La verdad es que no hace mucho que en mi casa se introdujo la costumbre de comer palitos de pan sin gluten. Generalmente nunca hacíamos la receta en sí, sino que de sobras de otras masas terminábamos haciéndolos. Cada uno en su casa los llama de una forma diferente, aunque sí es verdad que los picos de pan son generalmente más cortos (de unos 4-5 cm. de largo) y los grisines son mucho más delgados y alargados (de hasta 20 cm. de largo). Esta receta vale tanto para unas cosas como para otras. La clave está en la forma que le demos y, por supuesto, en el horneado.
A mí me gusta que al morderlos recién hechos aún tengan el corazón un poco blando, pero sí que es verdad que en ese caso, se van humedeciendo con el paso de los días. Si os gustan crujientes, lo ideal es que los sequéis en el horno un poco más: con la temperatura más baja o, directamente, con el calor residual del horno apagado.
Con esta receta he estrenado mi Kenwood KMX51, y es que ¡es un lujazo pesarlo todo en el bol, ponerlo en la amasadora y despreocuparse! Después sólo hay que dividir la masa en tres para añadirles semillas y hierbas, meterlas en unas mangas pasteleras, e introducirlo en el molde. Si no tenéis el molde, no os preocupéis: se quedarán un poco menos perfectos, pero con la manga pastelera se les puede dar forma bastante bien.
Con esta receta salen 100 palitos de 10 cm. de largo. Os parecerán muchos así a priori, pero os aseguro que es empezar a comer y no parar. Sigue leyendo